La mujer ha logrado encontrar la cartera y ha sacado la tarjeta de crédito. Se dispone a introducirla, cuando dos jóvenes que caminan junto al cajero le gritan:
- Cuidado señora, que se le acerca la rumana esa y uno no se puede fiar de esa gente.
La mujer se ha vuelto y ha mirado la cara resignada de la muchacha de piel oscura. Es evidente que ha escuchado el grito de las jóvenes. Tal vez no tiene fuerzas para volverse a responder. Tal vez piense que bastantes problemas tiene ya como para encararse con el ánimo encendido de las que ya se alejan insúltandola, ahora con voz más templada.
- Deme algo señora, por favor, para el bebé.
Y la señora mira a la muchacha de piel oscura. Y al bebé. Y a las jóvenes que se alejan. Y grita:
- ¿Cuidado? Cuidado con las palabras. También hay españoles que roban, y mucho dinero, y esos no están en la cárcel.
Ante el grito sorpresivo y sin entender muy bien la queja, la muchacha ha agarrado al bebé muy fuerte y camina ya deprisa calle abajo.
Así prohibía una tienda de Mallorca la entrada a estas personas. |
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