27 de diciembre de 2011

Candela: a veces los sueños se hacen realidad.

Me mira con los ojos muy abiertos. A veces siento cómo examina con detenimiento cada gesto o mueca, como si tratara de entender mis palabras de mimo, como si quisiera devolverme "un te quiero". Candela. Ese pequeño refugio que la vida me ha regalado.

A veces se despierta risueña y sentada en su cunita, me busca entre las sombras que va dejando el amanecer. Y cuando nos encontramos, yo la abrazo fuerte. Muy fuerte. Sientiendo que es real, muy real que vaya a disfrutar un día más junto a ella.

22 de diciembre de 2011

Sin preguntas, perdemos todos

Qué pasaría si el máximo dirigente de un país se sienta frente a la ciudadanía, entre la que se encuentra un gran número de sus propios votantes, para informar sobre las personas que compondrán su Gobierno.
Qué pasaría si los periodistas, intermediarios naturales entre la clase política y esa ciudadanía, esto es, los votantes, se negaran a informar de los importantes resultados de esta conferencia de prensa o de otras de máximo interés. La indignación social sería máxima. Y con razón: porque se vulneraría un derecho fundamental: el derecho a la información y ciudadanos y ciudadanas no podrían conocer qué hacen sus gestores, para, después, valorar y poder decidir su próximo voto. Que es lo mismo que definir en alguna de sus formas: D E M O C R A C I A.

Pero, ¿qué pasa cuándo es el presidente de un país el que se niega a responder preguntas de los informadores? ¿No deberían los periodistas ante esta situación negarse a contar sólo lo que la voz oficial quiere que se cuente?


Rajoy ha empezado así su andadura como presidente. Negándose a responder. Mal estreno: Negarse a contestar a los periodistas es negarle información a los ciudadanos, hacer un mal uso del poder de representación que le ha ortorgado la gente y tirar a la basura derechos constitucionales que tanto costaron alcanzar. Muy mal comienzo, señor Rajoy.

Dan ganas de animar a los compañeros a que se levanten y se vayan porque #sinpreguntasnohaycobertura ...

Pero, entonces, ¿quién pierde?

14 de diciembre de 2011

Indígnese y siga con su vida, Nemesio lo hace desde hace tres años.

Imaginen que un tipo discute con su mujer por diferencias en la educación del hijo mayor. Imaginen que el tipo,  agobiado por la disputa decide atajarla de raíz y baja con toda la sangre fría que le corre por las venas hasta el sótano de su casa, y asesina a su mujer de un tiro en la cabeza. El tipo, este asesino confeso, no contento, también mata a su hijo, objeto de la disputa. Dos tiros y arreglado.

Nemesio Antonio Pisonero, un tipo normal, que nunca levantó ningún género de sospechas  -como suelen decir los vecinos en estos casos para justificar ese "yo no quiero lios... si no denuncia ella..." para no acudir a la Policía- lleva 13 años cobrando la pensión de viudedad. Sí, sí, es cierto. 13 años. Los mismos años que hace que asesinó a su mujer. Unos 800 euros mensuales. El tipo aparentemente normal mató a la madre de sus dos hijos (uno de ellos también asesinado) y antes de ir a la cárcel arregló el papeleo con la Seguridad Social para cobrar la pensión. El caso es que como él también está jubilado: era profesor de Matemáticas,  haciendo cuentas disfruta de 2.400 euros de sueldo mensual.

Perdonen, pero no acaba ahí la cosa. Durante sus 13 años de prisión, este afortunado en el dinero, cobró una sustanciosa herencia que le permitió pagar las indemnizaciones (entre otras la que le correspondía a su hijo menor, al que dejó huérfano) y, por ello, un juez le concedió en 2009 el tercer grado, esto es: ya sólo duerme en la cárcel.

Nemesio Antonio Pisonero duerme en la cárcel, acude a clases de infórmatica y le gusta ligar con mujeres a través de las redes sociales. Según dice, de su puño y letra, su afición son las mujeres. Lo dice en Facebook.

Lo peor de esta noticia es que no es la única. Recuerden que hace unos días ya les hablaba de otro hombre que había asesinado a su mujer y cobraba la paga de viudedad desde hacía siete años, los mismos que lleva en la cárcel. En total, 40.000 euros teñidos de sangre.

Después de tomar conciencia de este drama, me pregunto: ¿Cómo revisa la Seguridad Social estos expedientes?

Indígnense. Tomen un poco de agua, respiren, y sigan con su vida, Nemesio lo hace desde hace tres años.

13 de diciembre de 2011

Si te atreves, pon la tele.

El hecho de encender el televisor es hoy todo un acto de valentía. En sólo veinte minutos he asistido atónita a los siguientes actos de inhumanidad:

- Un hombre que asesinó a su mujer, y que se encuentra desde hace tres años en la cárcel, lleva desde entonces cobrando la pensión de viudedad. Más de 40.000 euros. Parece que el buen hombre la asesinó y antes de que lo encerraran, hizo una visita a la Seguridad Social para solicitar la paguita.

- En algunas Comunidades Autónomas de este bendito país se les ha negado a los desempleados el acceso a la Sanidad Pública. Podría haber entre 25.000 y 40.000 afectados. Se me ha erizado la piel. Ni acceso a medicinas ni a atención primaria. Si se ponen malos, deben acudir directamente a urgencias. Afortunadamente, (yo que estoy desempleada) me pongo muy pocas veces enferma y, afortunadamente, vivo en Andalucía, donde todavía parece haber un poco de cordura (al menos en estos asuntos).

- La Policía ha llevado a cabo una serie de redadas en las calles de Madrid.  Piden la documentación a aquellos que recogen de manera ilegal, dicen, cartones y papeles en los contenedores. Los empresarios dedicados al reciclaje hablan de pérdidas y exigen intervención policial. Puedo entender su queja. Pero sólo hasta que se explica uno de los supuestos delincuentes:

- Tenemos que sobrevivir –dice- y nos sacamos unos euros… Tengo tres hijos, señor,  a los que alimentar.

Veo el telediario sentada junto a mi padre. También observa atónito el panorama y sólo cuando escucha a este buen hombre, a las seis de la mañana recogiendo cartones, logra decir: “Bueno, ¿y estos a quién venden los cartones?”.

Historias, cosas y casos de esta España nuestra…

5 de diciembre de 2011

Clarisa y la memoria de los peces.

Era regordeta y rosada. Pequeñita, asustadiza. Agarrada muy fuerte de la cuidadora, se escondía detrás de sus piernas y asomaba su pequeña cabecita con cierto temor.

- Ven aquí preciosa, ven.

Pero la niña se estremecía y no atinaba a sonreir. Tampoco a llorar. Un gesto de extrañeza envolvía su carita redonda.

- Está mejor, pero extraña mucho y cómo no entiende nuestro idioma... Creo que se siente algo perdida.

Cuando la conocí, estaba a punto de cumplir dos años. Clarisa andaba aún atientas. En su rostro parecía inalterable aquel signo de interrogación, aquel con el que buscaba una cara conocida con sus minúsculos ojos negros, entre las decenas de niños y niñas, en aquel centro de acogida de menores de Badajoz.

No estaba su madre. Tampoco su padre. Ni su abuela y primos, con los que había convivido los últimos meses. Solita en el gran salón del hogar infantil, evitaba jugar. Solo permanecía sentada durante horas, hasta que llegaba la cuidadora que la había atendido las primeras horas tras su llegada. Entonces se agarraba a ella de la pierna y caminaban así, juntas, no sin cierta dificultad, por todo el centro. Tal vez Clarisa se negara a perder su nuevo punto de referencia.

Porque sus padres no estaban. Y nunca más estarían. En algún rincón de su pequeño cerebro se encontraba el llanto de su hermana, escondido como resorte para aliviar el dolor o, quizá, por esa afortunada incapacidad que tienen los niños para retener recuerdos -gracias a esa memoria de pez-. Clarisa había olvidado el llanto de Florina, de tres años, antes de morir a manos de su madre, después de otra paliza. Seguramente, en ese rincón, muy lejos ya del ahora, había insultos y azoques que ella misma había vivido.

Cuando dejé el centro de acogida, deseé con todas mis fuerzas que Clarisa encontrara una familia pronto. Una mamá que la besara por la noche y la arropara con ternura.

Han pasado cuatro años de aquella historia. Sentada frente a la cunita de Candela, mientras escucho su respiración, me acuerdo de Clarisa. De su sonrisa invisible. Quiero creer que ahora alguien también la observa, con sus seis añitos de inocencia, mientras duerme plácidamente. Alguien la besa en la frente y la cubre con una manta. Calentita.

4 de diciembre de 2011

Binomios. Política y coherencia.

A veces y sólo a veces, los políticos hacen cosas que nos reconcilian con la esencia misma de la Democracia. Porque todo no es negativo en esta crisis frustrante. Porque el binomio Política y Coherencia también es posible en esta época de descrédito total...

Ahí va un ejemplo (eso sí ahora se estrena, tengamos esperanza en que acabe la Legislatura incólume)

Alberto Garzón: "Pretendo llevar las demandas de la calle al Congreso"

Dos diputados de IU renuncian al plan de pensiones que les da el Congreso.

 
 
En aquellos días tenía que hacer malabarismos para pagarse, como tantos otros, 300 euros de piso y 50 de comida. Ahora le llegará un sueldo base de 2.800 euros. «Entre el 50 y el 60% del dinero vuelve al partido (IU). Nos quedamos con unos 1.800, lo que un profesor. No es caridad, sino que no vemos la política como algo con lo que hacerse profesional, sino como un instrumento». También ha renunciado al plan de pensiones privado de los diputados. ¿Chófer? «No, no -ríe-. Yo voy en metro».