27 de abril de 2012

Es normal que no entienda nada.


Juan José Millás (El País 27.04.2012)

Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.


24 de abril de 2012

Cumpleaños.

Ayer te hiciste mayor. Soy incapaz de razonar cómo un año pasa en 365 segundos. Ójala los recuerdos de esta vida rápida y llena de altibajos en los que siempre sonríes, no se borren jamás. Ójala que de ese caminar torpe e indeciso de hoy nazca el de una mujer con fuerza. Ójala algún día sepas, de verdad, cuánto me has dado. Te quiero Candela.

17 de abril de 2012

Nuestro rey va en cueros, ¿voluntarios para decírselo?

Imagino cómo debe ser empuñar un arma. Cargarla y disparar. Imagino la satisfacción que debe proporcionar encontrarte frente a frente con un animal tan noble. Y pum! disparar, disparar, disparar. Trato, intento, pero no me lo puedo imaginar.

¿Quién asesora a este Rey? ¿No hay nadie que le diga que jamás nadie hizo tanto por la III República? Esto de la Monarquía es una mentira, que de tanto repetirla, parece que nos la hemos creído pero no, no, no, no...


... Y se me viene a la cabeza aquel cuento, aquel cuento que decía así:

Hasta la misma persona de un rey, llegaron dos charlatanes que se decían asi mismos sastres o tejedores. Afirmaban que eran capaces de elaborar las mejores telas, los mejores vestidos y las mejores capas que ojos humanos pudieran haber visto, solo exigían que se les entregase el dinero necesario para comprar las telas, los bordados, los hilos de oro y todo lo necesario para su confección.

Ahora bien, dejaban bien claro que tales obras solo era posible verlas  por aquellas personas que realmente fueran hijos de quienes todos creian que era su padre, y solamente aquellas personas cuyos padres no eran tales no serían capaces de ver la prenda.

Admirose el rey de tan maravillosa cualidad y otorgó a los charlatanes todo aquello que estos solicitaban y encerrados en una habitación bajo llave, simulaban trabajar en confeccionar ricas telas con las que hacer un traje para el rey, y que este pudiera lucirlo en las fiestas que se acercaban.

Curioso el rey de saber cómo iba su vestimenta, envió a dos de sus criados a comprobar como iban los trabajos; pero cual fue la sorpresa de estos cuando, a pesar de ver cómo los pícaros hacían como que trabajaban y se afanaban en su quehacer, estos no podian ver el traje ni las telas. Obviamente supusieron ambos que no lo podian ver porque realmente aquellas personas que ellos creían sus padres no lo eran y avergonzados de ello, ni el uno ni el otro comentaron nada al respecto y cuando fueron a dar explicaciones al rey se deshicierón en loas y parabienes para con el trabajo de los pícaros.

LLegado el momento en que el vestido estuvo terminado, el rey fue a probarselo pero al igual que sus criados no conseguia ver el traje, por lo que obviamente cayó en el mismo error en que ya habian caido sus criados y a pesar de no ver vestido alguno, hizo como si se probase el vestido alabando la delicadeza y belleza del vestido. Los cortesanos que acompañaban al rey presa de la misma alucinación tambien se deshicierón en alabanzas con el vestido a pesar de que ninguno de ellos era capaz de ver el vestido. Y es que conocedores todos de la cualidad del mismo, de que solo aquellos que fueran hijos verdaderos de los que creian sus padres, solamente ellos serían capaces de contemplar el vestido, y no queriendo nadie reconocer tal afrenta todos callarón y todos afirmarón, desde el rey hasta el último de los criados.

LLegado el día de la fiesta, el rey se vistió con el supuesto vestido y montado en su caballo salió en procesión por las calles de la villa, la gente también conocedora de la rara cualidad que tenía el vestido callaba y veía pasar a su rey, hasta que un pobre niño de corta edad, inocente donde los haya, dijo en voz alta y clara "el rey va desnudo".

Tal grito pareció remover las conciencias de todos aquellos que presenciaban el desfile, primero con murmullos y luego a voz en grito todos empezaron a chismorrear "el rey va desnudo", ... "el rey va desnudo"; los cortesanos del rey y el mismo rey se dieron pronto cuenta del engaño.

Cuando fueron a buscar a los picaros al castillo, estos habian desaparecido con todo el dinero, joyas, oro, plata y sedas que les había sido entregado para confeccionar el vestido del rey. El engaño había surtido efecto y el rey iba desnudo. 

16 de abril de 2012

Crónicas urbanas. En boca cerrada no entran moscas.

Es parte del paisaje del barrio. Ropas raídas. Colchón en el suelo. Y una pequeña mesa donde se esparcen tomates pochos, media litrona de cerveza, pan mordisqueado y un paquete de jamón serrano loncheado. En el suelo varias bolsas abiertas esparcen su contenido por el suelo: manzanas, bollería industrial y más pan. Él permanece tumbado en mitad de este grotesco bodegón. Sólo una voz le perturba:

- Maestro, menudo banquete te has pegado hoy. Esto si que es vida, campeón.

Él levanta la cabeza. Le mira a los ojos con la lucidez que le permite el alcohol y le espeta:

- Eso dímelo esta noche, cuando tenga que dormir en la calle.