20 de julio de 2012

Natalia

Tenía nueve años cuando aquella frase retumbó en mi cabeza: "Vas a tener una hermanita". El pánico se apoderó de mi: ¿Tendría que ceder mi reinado y dejar de ser la niña de la casa? Miraba a mi madre a veces incrédula, a veces rabiosa, mientras su barriga iba creciendo como un balón de playa: "Yo ya tenía un hermanito pequeño, ¿para qué queríamos otro?"


Una mañana temprano, la vecina del tercero apareció en mi habitación: "Tu hermanita ya está en el mundo", me dijo... Y yo recordé cómo aquella noche, mientras veíamos en la tele Piraña, mi madre se retorcía con leves dolores de parto.

- Mamá, ¿te dan miedo las pirañas?
- No hija, es que tu hermana no para de darme patadas... veremos a ver...

Madrugada del 16 al 17 de julio. Esa noche me acosté entre el miedo a que un pez asesino apareciera entre mis sábanas y la incertidumbre de no saber si al día siguiente me levantaría con una hermana nueva.

Mi madre volvió del hospital dos días más tarde. Ya no tenía barriga, y había colocado en el salón una pequeña cunita. Desde la puerta de la habitación, no lograba verle la cara. Ni siquiera de puntillas. Tardé un rato en decidir si me acercaba al otro lado del salón para verla.

Un chillido rompió mi dilema.

- Ven, ven Patricia, corre. Ayúdame a cogerla, tiene hambre!!.

... Y de pronto me vi con aquella cosita en mi regazo. Parecía sonreirme: creo que le caí bien desde el principio. Nunca más he podido dejar de abrazarla.

El 17 de julio cumplió 23 años. ¿Cómo pudimos pasar tanto tiempo sin ella?



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