16 de abril de 2012

Crónicas urbanas. En boca cerrada no entran moscas.

Es parte del paisaje del barrio. Ropas raídas. Colchón en el suelo. Y una pequeña mesa donde se esparcen tomates pochos, media litrona de cerveza, pan mordisqueado y un paquete de jamón serrano loncheado. En el suelo varias bolsas abiertas esparcen su contenido por el suelo: manzanas, bollería industrial y más pan. Él permanece tumbado en mitad de este grotesco bodegón. Sólo una voz le perturba:

- Maestro, menudo banquete te has pegado hoy. Esto si que es vida, campeón.

Él levanta la cabeza. Le mira a los ojos con la lucidez que le permite el alcohol y le espeta:

- Eso dímelo esta noche, cuando tenga que dormir en la calle.

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