21 de marzo de 2012

Crónicas urbanas. Mío, pero sólo un poquito.

Nigeriano o senegalés. Parado en el semáforo, aguarda con paciencia a que se ponga en rojo. Decenas de coches empiezan a parar, pero con displicencia mueven la cabeza, negando querer pañuelos, ambientadores o rosarios. Hasta que ha llegado a la ventana abierta de una conductora, que le devuelve un ininteligible buenos días con una sonrisa. Es la única ventanilla que no se ha subido a toda prisa para evitar el encuentro:

- ¡Hola amigo! ¿Qué tal?
- Dame algo... comer... por favor...
- No llevo nada suelto amigo, lo siento.

Se dan la mano, el semáforo está a punto de ponerse en verde.

- Tú sí tener dinero, mira coche que lleva...
- ¡Uf, el coche! ¡¡¡El coche no es mio es del banco!!!

Y el semáforo se pone en verde. El coche arranca y la conductora continúa la marcha despidiéndose con la mano sacada por la ventanilla. El subsahariano se ha quedado mirando con cara de circunstancia. De pronto grita con cierta rabia contenida, ya sin esperar que nadie le escuche:

- ¿Por qué todos los españoles decir lo mismo? Todos coche, todos de banco.


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