22 de octubre de 2012

Crónicas urbanas. Diálogos parapsicológicos.

Oído en una parada de bus.

- Niña ¿y para qué estás estudiando psicología?

(silencio)

- ... No creo que vayas a leerme a mi la mente... nunca...

3 de septiembre de 2012

Septiembre

Lunes. 3 de septiembre. Primer día de un otoño ficticio. Un primer día que comienza en 3. Septiembre se metió en nuestras casas un año más. Se metió en las oficinas, en los bancos, incluso en nuestras cuentas corrientes... Dicen que este septiembre tendrá una cuesta como la de enero, que será un septiembre negro, un septiembre triste, un septiembre lleno de incertidumbres y pocos alicientes... eso dicen... expertos, previsores, medios de comunicación....

Pero esta mañana me he levantado de buen humor y al asomarme a la ventana seguía haciendo mucho calor.
Quizá es una señal... The winter not is comining... quizá el mundo está equivocado, exagera...

Me he montado en el coche, he encendido la radio y las mismas voces de ayer analizaban una realidad difícil y un futuro aún peor: angustia. He puesto los 40 Principales hasta que he aparcado el coche.

Gift ha movido los brazos indicándome el hueco libre. "El mejor aparcamiento para ti", me dice cada mañana.

Nigeriano. Trentaytantos. Dos hijas. Mucha familia a su cargo. Desde las seis de la mañana aparca coches para sacarse unos euros (Tengo que preguntarle cuánto dinero le pide ahora Sanidad para sufragar el médico de toda su familia... No sé si tiene papeles).

- ¿Cómo está mi Candela? ¿Y mi hermano David?- me pregunta con una sonrisa que parece esculpida...

- Muy bien, gracias, a pasar buen día, amigo...- me despido cada mañana, pensando en las mil complicaciones que tendrá Gift... Y pienso la frase que tanto oigo últimamente a mi alrededor: Eres una privilegiada.

Y de camino al trabajo, en esos diez minutos que separan mi coche de la puerta de la oficina, me siento egoísta  porque, en realidad, ¿debo sentirme una privilegiada? Me agobia este pensamiento. Persistente. No me conformo. No quiero.

Enciendo mi ordenador y la realidad vuelve a darme un tortazo. Algunos amigos en las redes sociales dan la bienvenida a septiembre y al paro... otros empiezan con trabajos nimileuristas o sin contrato...

Llegan las 11.00 de la mañana y poco queda del buen rollo matinal. ¿Así va a ser septiembre? ¿En serio?

Qué quedó del sabor de ese primer café madrugador... de la pereza de volver al trabajo (ahora nos produce un gran sentimiento de culpa... por lo menos tenemos trabajo!)

Hay algo que se ha hecho mal en este país... ¿Quién es el culpable de que este desánimo de destrucción masiva haya penetrado en nuestras casas, oficinas, en nuestro ánimo, en nuestro fuero más interno? Nos impiden avanzar.

Propósitos del mes de septiembre:

- Decirme muy a menudo... ánimo, ánimo, ánimo,ánimo, ánimo, ánimo, ánimo, ánimo, ánimo....
- Repetirme... esperanza, esperanza, esperanza....
- ...Y soñar... "¿Para qué sirve la utopía? Para caminar", que decía Galeano... ¡TENEMOS DERECHO A SOÑAR!

Otra cosa no queda...

¡¡¡¡Rompamos todas las cadena!!!!                                                                                                                    Foto: Liber-Acción


20 de julio de 2012

Natalia

Tenía nueve años cuando aquella frase retumbó en mi cabeza: "Vas a tener una hermanita". El pánico se apoderó de mi: ¿Tendría que ceder mi reinado y dejar de ser la niña de la casa? Miraba a mi madre a veces incrédula, a veces rabiosa, mientras su barriga iba creciendo como un balón de playa: "Yo ya tenía un hermanito pequeño, ¿para qué queríamos otro?"


Una mañana temprano, la vecina del tercero apareció en mi habitación: "Tu hermanita ya está en el mundo", me dijo... Y yo recordé cómo aquella noche, mientras veíamos en la tele Piraña, mi madre se retorcía con leves dolores de parto.

- Mamá, ¿te dan miedo las pirañas?
- No hija, es que tu hermana no para de darme patadas... veremos a ver...

Madrugada del 16 al 17 de julio. Esa noche me acosté entre el miedo a que un pez asesino apareciera entre mis sábanas y la incertidumbre de no saber si al día siguiente me levantaría con una hermana nueva.

Mi madre volvió del hospital dos días más tarde. Ya no tenía barriga, y había colocado en el salón una pequeña cunita. Desde la puerta de la habitación, no lograba verle la cara. Ni siquiera de puntillas. Tardé un rato en decidir si me acercaba al otro lado del salón para verla.

Un chillido rompió mi dilema.

- Ven, ven Patricia, corre. Ayúdame a cogerla, tiene hambre!!.

... Y de pronto me vi con aquella cosita en mi regazo. Parecía sonreirme: creo que le caí bien desde el principio. Nunca más he podido dejar de abrazarla.

El 17 de julio cumplió 23 años. ¿Cómo pudimos pasar tanto tiempo sin ella?